miércoles, 11 de enero de 2012

El bien y el mal (el yo y las circunstancias)


El tema que quiero plantear ahora es el del bien y el mal. El subtítulo entre paréntesis indica por dónde voy yo, pero meramente eso, cualquiera puede exponer otro planteamiento, simplemente dejar  claro que en tema tan subjetivo solo expreso el mío.
 
Bondad y maldad

Lo primero a decir es que descarto la "bondad" o "maldad" como cosa "entica", vaya, como entidades externas a nosotros. Lo segundo tiene relación con lo anterior, desde ese punto de vista, hablar de "maldad intrínseca" -que es darle una dimensión propia a la "maldad", interna, ontológica y no circunstancial- carece de sentido, pues es atribuir al ethós una cualidad existente por si misma, cuando dicha cualidad no es existente por si misma ni es...cualidad, es resultante ¿de qué? Pues de acciones -sean dirigidas por la mejor intención o por la peor intención del mundo-.

Así expresiones como "¡cuanta maldad!" dirigidas a un ethós y no a una acción, desde el planteamiento expuesto más arriba, caerían dentro de lo irracional -o dentro de lo racional relacionado con el ideologismo ilusorio "tender-minded", de la clasificación de James, citada por Jung en sus “Tipos psicológicos”-.. Dado que otorga a la característica "maldad" no un valor circunstancial sino ontológico, da igual que la "maldad" sea un ente externo o resulte una creación interna del ethós -creación no post-circunstancial sino pre-circunstancial, lo que, obviamente, convierte ha esa consideración sobre una maldad inherente a un ethós en un prejuicio, con todo lo que ello conlleva-.

Repito lo que he dicho antes: en mi modesta opinión -que se relaciona con mi cosmovisión- el bien o el mal como "entes" no existen. No lo hacen ni como "entes" externos ni como "entes" internos consustanciales por naturaleza un ethós. Son puramente son circunstanciales.

Así el bien o el mal son las resultantes fruto de las decisiones del "yo" interactuando con sus circunstancias, el "yo" toma unas decisiones -frente a lo que sea y sea cual sea la circunstancia-, esas decisiones comportan una acciones -que puede ser hasta el no actuar, pensemos que el no emprender acción alguna es una forma particular de... emprender una acción-, esas acciones conllevan unas consecuencias. Según hayan sido las decisiones y las actuaciones tomadas así habrán sido las consecuencias: "buenas" o "malas" o...todo lo contrario -es decir, ambas cosas o dependiendo de las consecuencias en cuestión tengan "dos caras"-. ¿Cabe el error? Por supuesto, pero eso no eximirá de responsabilidad a quién tomó la decisión -responsabilidad en un sentido o en otro-.

El explicar algo no es justificar algo, solo es... explicarlo.
 
El yo y las circunstancias
 
Don José Ortega y Gasset hizo famosa la frase «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo», aparecida en su obra "Meditaciones del Quijote", mi planteamiento nace bastante -aunque no del todo, también entra en parte aquello derivado de la aplicación de la epoché- del "yo y las circunstancias" orteguiano.

¿Qué se definiría por hechos intrínsecamente malos y otros buenos? ¿hechos "autónomos" tal vez? No creo que haya tal cosa, cualquier hecho humano sea intrínsecamente lo que sea es fruto de una decisión que, en última instancia, es libre -por muy forzada que sea la circunstancia, siempre cabe la posibilidad de hacer o no hacer, aunque eso signifique en casos extremos, por ejemplo, jugarse la vida-.

Es la consecuencia que de la acción emprendida tras la decisión lo que será bueno o malo -o bien absolutamente o bien relativamente, ahí sí entrarían los matices-, y quién toma la decisión y realiza la acción será responsable de la misma, sin duda alguna.

Si alguien por la calle y ve a un sujeto que desconoce y piensa "¿lo mato?" y decide matarlo y, por tanto, realiza la acción de matarlo tendrá una consecuencia "mala" de la que quién la ha llevado a cabo será responsable, no hay ningún mal "externo", sino circunstancial: a partir de la situación que con una decisión se ha creado.

Sin embargo, si alguien por la calle y ve a un sujeto que desconoce y piensa "¿lo mato?" y simplemente fantasea con ello, pero no hace nada, la acción realizada -en este caso la inacción, a menos que se considere "acción" la fantasía elucubrada- no tendrá ninguna consecuencia "mala", es más, si mientras está fantaseando con esa idea de homicidio ve que el sujeto está a punto de ser atropellado y le da un empujón para evitarlo, su decisión que le ha llevado a esa acción tendrá una consecuencia "buena". En uno u otro caso el individuo será el mismo, sin embargo, las resultantes de sus acciones no, sus responsabilidades tampoco, las consecuencias serán diferentes y las circunstancias creadas por ellas...también.

Hacer lo mejor o lo peor será el fruto de nuestras decisiones, es decir, las consecuencias de las mismas, no son cosas "preescritas" en el ethós (la personalidad).

Dicho de otra manera: tanto el "mal" como el "bien" anidan en nuestra naturaleza, pero no como entes ni como "cosa genética" sino como decisiones frente a ciertas circunstancias -que a su vez generan otras circunstancias y consecuencias-. Si Hitler admitido o no en la Academia de Bellas Artes de Viena se hubiese dedicado a la pintura, tal vez hubiese sido un "respetable" ciudadano vienes, pintor de segunda o tercera fila, algo "excéntrico" con ciertas ideas políticas y "raciales" y... poco más, sin embargo... fue lo que fue.

Son las acciones -los actos- los que son buenos o malos... por sus consecuencias.

 
Jorge Romero Gil

 
Bibliografía

Jung, Carl Gustav, Tipos psicológicos, obra en dos volúmenes, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1985
 
Ortega y Gasset, José, Meditaciones sobre el Quijote, en Obras completas, Vol. I. Ed. Taurus/Fundación José Ortega y Gasset, Madrid, 2004 




No hay comentarios:

Publicar un comentario